martes, 8 de junio de 2010

DIARIO DE UN ESTRENO /// DIA 1



Está nublado y hace frío. Después de seis semanas de rodaje toda quietud molesta. Mi ánimo no parece con disposición para ayudarme a escribir, pero sin embargo estoy aquí. Ayer fue la fiesta de fin de rodaje, un festejo raro porque más o menos a la una de la mañana nos echaron, nos habían prometido que podríamos estar y bailar hasta las 3 pero se desdijeron de todo lo acordado. El lugar se llama CHICHA y queda en Cañitas, me parece que quedamos en medio de un currito que el encargado de relaciones públicas tiene ahí, o no sé, pero lo cierto es que a eso de las 12 nos cortaron la cerveza y a la una nos echaron. Que te echen a los 54 no es lo mismo que cuando te echan de adolescente. Cuando te echan de un lugar y sos adolescente es más divertido. ¿o no? ¿Quién se acuerda de su adolescencia? Yo me acuerdo. Una vez robamos una bicicleta, otra prendimos fuego una gallina, fuimos todos a debutar a la misteriosa ¨ casita 15 ¨ , una tarde volví caminando desde Parque Saavedra hasta San Martín tarareando una marchita militar. Mis amigos creyeron que había enloquecido, y yo también. Todas o casi todas las noches me escapaba del industrial. Ibamos al paredón del fondo, detrás de los talleres de fundición, escalábamos sobre unos tanques de combustible, arrojábamos las carpetas por encima del muro, a la vereda, y después saltábamos nosotros. Una vez arrojé las carpetas y del otro lado estaba la humanidad del vice director, que recibió el carpetazo en la cabeza. Ser adolescente es un poco que te echen de todos lados y quieras escaparte de aquellos donde te obligan a estar. Así que ayer mientras cruzábamos al bar de enfrente un poco nos sentíamos así. Éramos como cuarenta y nos mandaron a la terraza, pedí cerveza para todos y estábamos desesperados por bailar, pero no había música. El mono trajo un bandoneón a piano o un acordeón, algo así, pero se sabía tres cumbias por la mitad, así que se hacía difícil. También había un timbal y mucha voluntad de meter ritmo, pero la noche se iba desgranando a pesar de la voluntad de divertirse. Hay cosas de las que no voy a hablar. Hay cosas de las que no voy a hablar más así como hay gente que ya no va a seguir este diario porque no se siente parte. Debo reconocer que estaba un poco borracho pero no tanto como parecía. Debo reconocer que había una mujer hermosa en esa fiesta y que sería su hermosura o mi melancolía, no sé, pero sentí una vez más el paso y el peso de los años. Qué palabra la palabra ¨ melancolía ¨ . No me considero un melancólico pero sí entristezco cuando supuestos amigos me dejan de lado porque no les doy participación en mis trabajos. Algunos piensan que soy un simple empleador y yo quiero creer que no es así, pero a veces un poco es. Suele pasar que uno se aburre de su casa, de su perro, de su auto, de uno mismo, de su vida. ¿A ustedes no les pasa? A mi me pasa. Es espantoso aburrirse de uno mismo. De los mismos relatos, los mismos gestos, los mismos defectos. Así seguimos en la terraza, al aire libre de las primeras horas de la noche, bebiendo cerveza y bailando el silencio, hasta que uno a uno nos fuimos desgranando. Como siempre me ocurre en estos casos, una tristeza profunda me empujó del lugar, y sé muy bien porqué, aunque no voy a contarlo. No al menos en este momento.
¿Qué significa el fin de un rodaje?¿Porqué tanto festejo y tanta tristeza?¿Porqué tanta camaradería? Porque se comparten muchas horas durante muchos días, parece que fuera como en todos los trabajos pero no es así, un rodaje amontona en espacios reducidos a cuarenta personas jóvenes con las mismas inquietudes y la misma ilusión, aunque todos sabemos que no tenemos las mismas inquietudes ni la misma ilusión.
Cuando bajé la escalera para irme del boliche el Colo estaba en la barra tratando de levantarse a la cajera, un poco borracho. Se deshizo en abrazos y muestras de afecto hacia mi. Sentí cariño verdadero como sentí la mirada ajena de la cajera, que era más joven que linda. Lo mejor de tener la edad del Colo es que de cada fiesta te vas con una chica. Mi amigo Gustavo tenía una estrategia de maestro de ajedrez, aunque lo reconozco, un poco cínica. Al entrar a la fiesta escaneaba al público femenino y establecía un listado en su cabeza, de mayor a menor, empezando por la más linda, y se ponía horarios límites para cada abordaje. Por ejemplo, si la fiesta empezaba a las 12, a la 1 ya tenía que tener asegurada a la chica 10, de lo contrario la abandonaba y abordaba a la siguiente de la lista, y así. Aunque tuviera éxito recién a las 5 de la mañana, siempre, siempre, se iba con una chica. Yo creo que la tristeza al final de estas fiestas es que uno se queda con el tic, el cuerpo te lleva a que querés irte con ¨ la chica ¨ de la fiesta, pero en realidad estás en otra etapa. Debo confesar que yo también era de los que me iba siempre con una chica, pero no tenía ninguna estrategia. Simplemente boyaba con mi gesto de indiferencia hasta que alguna me dirigía la palabra. Y ahí se terminaba todo, porque a pesar de las estrategias de mi amigo Gustavo, siempre estuvo claro y es un lugar común, que son las chicas las que elijen con quién quieren estar, y los hombres simplemente esperamos estar entre los elegidos. Y aunque no sea así, digamos en este relato que es así para no seguir aburriendo.
En fin. El vacío no es algo novedoso en mi pero en este páramo que es terminar el rodaje y estrenar la película, la vida se complica. Por supuesto, existe la posibilidad de escribir otro guión, irme de vacaciones, dar algún seminario como los del año pasado. O nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario